jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad en Baboli

Os voy a contar la historia de María y de Jon. Unos papás que todavía no tenían ningún bebé. Porque los bebés nacen mucho antes de venir al mundo, nacen del deseo de los enamorados como María y Jon.
Vivían en una casita preciosa con jardín, con el abuelo Nicolás. Un viejito un poco gruñón. En realidad muy gruñón, no era amigo de las visitas, ni de los cumpleaños, ni de las fiestas, ni de nada que cambiara su vida normal. Siempre andaba sólo de aquí para allá con su bastón, su boina y su perro Rodolfo. Un galgo corredor precioso que le acompañaba a todas partes. A María no le importaba que el abuelo fuera tan gruñón y le permitía todas sus rarezas menos una. Porque aunque no le gustaran ni las fiestas, ni las celebraciones, todos los años en casa de María y de Jon se celebraba la Navidad por todo lo alto. El abuelo refunfuñaba igual, pero sabía que se tenía que aguantar. María y Jon en su afán por ser papás siguieron todos los consejos que les dieron, pero el bebé no llegaba. Y después de estudiar todas las opciones decidieron buscar una escuela de papás. Navegaron por la web buscando la mejor de las mejores. Tener un bebé era muy importante para ellos y querían hacerlo muy bien. Al fin encontraron una que tenía en su página comentarios de muchos papás felices que contaban sus experiencias de éxito, después de pasar por sus aulas. Incluso algunos colgaron las fotos de sus retoños. La directora de la escuela, la Señorita Fleur de l´école, era muy exigente con los requisitos. No dejaba matricularse a cualquiera. Así que tuvieron que pedir una cita con ella para ser admitidos.

Llegó el día en que María y Jon se entrevistarían con la Srta. Fleur de l´école. Se levantaron muy temprano, y mientras Jon estaba en la ducha, María ponía el desayuno al abuelo como todos los días.

- Te digo que no tengo hambre.- Refunfuñó el abuelo, levantándose de la mesa de la cocina.- Aún no es la hora de desayunar, como quieres que tenga hambre tan temprano. Bueno, bueno, bueno. Rodolfo, vamos, hoy parece que damos antes el paseo. ¡Será posible!

Después del pequeño desacuerdo con el abuelo, María y Jon fueron a la escuela con sus mejores trajes. Cuando llegaron la secretaria de la escuela les acompañó hasta el despacho y por fin les recibió la Señorita Fleur de l´école. Todo en la escuela era muy antiguo y exótico. En el despacho de la Señorita Fleur, además del escritorio, tenía una mesa baja hexagonal con un centro de fruta, en la que se acomodaron sentados en unos cojines. La decoración colonial hacía juego con un titi, que colgaba por su cola de un perchero y una jaula con un loro azul, rojo y amarillo, que repetía, Té, té, gato, gato, una y otra vez. La entrevista fue de lo más extraña. Tomaron el té mientras la Señorita Fleur les hacía preguntas, como cual era su dulce favorito o de que color llevaban los calcetines. Mientras, el mono bombardeada sin piedad, con uvas a Jon. Sin la menor reacción por parte de la Señorita Fleur. María se moría de la risa, aunque intentaba contenerla. Y Jon cada vez estaba más nervioso. Lo mejor fue cuando un gato se subió a una estantería que estaba encima de la cabeza de Jon y le hizo pipí encima. María no pudo contenerse y estalló en carcajadas a lo que se unió la Señorita Fleur, mientras limpiaba la cara a Jon con una servilleta de papel. Pero después de todo fueron admitidos. Y les fué de mil amores desde ese momento. No se puede decir que las clases fueran convencionales y aunque no tuvieran ningún motivo, confiaban ciegamente en que todo iba a salir bien. Y estaban en lo cierto, porque la escuela de la Señorita Fleur era mágica. En realidad era la escuela donde los primeros papás aprendieron a ser papás. María y Jon pasaron las pruebas finales con honores y les entregaron el diploma de papás en una gran fiesta de graduación. A la que, claro, el abuelo Nicolás no acudió. En la fiesta lo pasaron de maravilla y llegaron tardísimo a casa. A la mañana siguiente abusaron de almohada y cuando se levantaron el abuelo Nicolás refunfuñaba sin parar. Que si la escuela esto, que si la escuela lo otro, pero como María y Jon estaban acostumbrados no le hicieron mucho caso y fueron a desayunar. María quiso examinar de nuevo sus diplomas y al extenderlos se dio cuenta de que tenían algo pegado al dorso. Era muy fino, rectangular, de plástico negro, del tamaño de un paquete de chicles en grageas. Tenía una pantalla cuadrada y en un extremo un botón de color rojo con el símbolo de la velocidad angular (ω), en el otro.

- Jon mira esto, ¿que será?,- mientras lo despegaba.- Aquí parece que pone algo. Atra, se lo acercó un poco Atraedor. ¿Atraedor?. ¿Será para atraer los bebés o algo así?.
- No tengo ni idea, pero de la Señorita Fleur puedo esperarme cualquier cosa.
- Mira en el tuyo hay otro igual. María toqueteó la pantalla y se iluminó proyectando una luz muy intensa, primero azul, luego verde, cambiaba de color y María no conseguía ver nada. Y apretó el botón pensando que así funcionaría. Jon, ojoplático, no daba crédito. Se formó un torbellino en el lugar donde estaba María. Los platos volaban alrededor de la cocina, junto con los cubiertos, y el abuelo Nicolás y Rodolfo, que acababan de entrar, también se unieron al remolino.

- ¡María, María!.-Intentando alcanzar el remolino.- ¡Pero hombre Nicolás! ¿?Donde va usted, también ahora?.

Duró unos tres minutos y después se cayó todo al suelo.

- ¡María! ¡María!.-Había desaparecido.
- ¿Se puede saber que es lo que has hecho? Primero me dejáis sin desayunar y ahora esto. El abuelo se sacudía los pantalones y buscaba su garrote. Aunque Jon no le hacía ningún caso.
- No hay ningún agujero ni nada. ¡Por donde! ¡Por donde! No puede ser.

Y entonces se acordó del aparatito. Buscó su diploma entre los platos, cubiertos y demás vajilla que había por el suelo. Aquí está. Cogió el atraedor y apretó el botón rojo. Se repitió la escena y mientras el abuelo volvía a volar por los aires, Jon entró en una espiral de color. Estaba un poco mareado cuando por fin paró de dar vueltas.

- ¡María! Estas aquí. ¡Que susto me has dado!. ¿Estás bien?.
- Si, Jon, todo está bien.
- Uff, menos mal.

Pi, pi, sonó el atraedor de Jon. En la pantalla apareció: ¡Bienvenido a Baboli!. Y es que Jon y María habían “aterrizado” en la ciudad mágica de Baboli. El lugar donde van los niños cuando los papás miran hacía otro lado un momento y de repente desaparecen, no logran encontrarlos porque están en Baboli. La ciudad donde es real todo lo que los niños sueñan. Me gustaría poder describírosla pero no me es posible, ya que cambia cada vez que un niño lo desea. Puede que por la mañana tu casa sea un castillo de trufa y por la tarde una nave espacial. Recuerdo que los García llegaron a vivir dentro de un elefante. Las calles de Baboli que ayer te llevaban al mercado hoy pueden llevarte al circo y mañana quizá al dentista, así que es muy emocionante vivir cualquier día normal. María y Jon por más que daban al botón rojo, no lograban volver a casa. Así que buscaron un lugar donde pasar la noche. Y a la mañana siguiente despertaron en su cama de siempre. Después de dar mil explicaciones al abuelo se fueron de inmediato a la escuela. La Señorita Fleur les explicó que habían estado en Baboli, en la ciudad de los niños y que podían volver siempre que quisieran. Les explicó que era el mejor lugar para conseguir ser papás. Sólo había una regla. Si un niño era engendrado en Baboli, debía de quedarse allí.

- ¿Y que vamos a hacer con el abuelo?. Preguntaron los dos a la vez.
- Un bebé puede invitar a vivir toda su familia.
- ¡Ah! Dijeron aliviados.

Y a partir de entonces pasaban en Baboli casi todo su tiempo libre. Cada vez les gustaba más. Y al llegar la primavera sucedió el milagro. María estaba embarazada. La pequeña fue engendrada en Baboli así que se mudaron definitivamente allí. El abuelo Nicolás, como no le gustaban los cambios, prefirió quedarse sólo con Rodolfo, pero prometió ir cuando naciera el bebé. Pasaron los meses y María estaba casi a punto de dar a luz. María y Jon estaban muy contentos, les encantaba vivir en Baboli. Pero echaban de menos una cosa de su tierra. Baboli era una ciudad muy joven, sin tradición y allí no había Navidad. María adoraba la Navidad. Recordaba momentos muy felices de su infancia y no quería que su bebé se lo perdiera. Deseaba con tanta fuerza que hubiera Navidad en Baboli. Echaba de menos los adornos y las luces de las calles. La gente cantando villancicos, los dulces, los regalos y sobre todo el amor tan especial que surgía en la gente. Pero la ciudad sólo respondía a los deseos de los niños. El día 24 de diciembre nació la pequeña, según el calendario de Baboli. Según vuestro calendario sería más o menos septiembre. Es que los niños son un poco impacientes y por eso todo llega a Baboli un poco más deprisa. Los médicos pusieron a la niña en los brazos de María. Los barrotes de la cama se llenaron de espumillón, aparecieron guirnaldas adornando la puerta y comenzó a lucir un pino que se veía por la ventana. Jon accionó el atraedor y un remolino trajo al abuelo Nicolás y a su perro Rodolfo.

- ¡Menudo mareo! Y es que no podéis vivir en un sitio normal.- Rodolfo se sacudió moviendo las orejas.
- Hola Abuelo. Le saludo Jon. La primera vez te mareas un poco, pero luego te acostumbras.
- Bueno, bueno. Y donde esta el niño.
- Niña. Es una niña.- María dijo con el bebé en sus brazos. Y está aquí.
- ¿Una niña?

El abuelo se asomó para verla y sucedió algo mágico. Le empezó a crecer una barba blanca, a Rodolfo se le puso la nariz roja y le salieron unos grandes cuernos. La boina ahora era un gorro rojo, su ropa se volvió roja también y su bastón se convirtió en un saco lleno de regalos. Una camilla arrendó a Rodolfo y se puso a sobrevolar las habitaciones del hospital.

- Jo, jo, jo. El abuelo intentaba protestar pero no era capaz de decir otra cosa. Jo, jo, jo. Rodolfo voló demasiado cerca del abuelo le hizo caer en la camilla y se lo llevó volando por la ventana. Jo, jo, jo. El abuelo refunfuñaba, pero sabía que se tenía que aguantar. Jo, jo, jo.

- ¡Abuelo! Pero si es. María y Jon no salían de su asombro. Pero si es.
- ¡Papá Noel!.-dijo Jon terminando la frase.

Mientras tanto el gobernador de Baboli recibía quejas a miles de los ciudadanos de Baboli. Se estaba volviendo loco. Todos los atraedores estaban inservibles. Nadie podía entrar ni salir de la ciudad.

- Debe de ser un fallo en el canal de flujo. Estamos tratando de solucionar la avería.-El gobernador se peinaba el pelo con los dedos con cara de desesperación.- Si puede ser algo haciendo interferencias. ¿Qué? ¿Una estrella? ¿Qué estrella?

Y es que justo encima del hospital se había instalado una gran estrella. El gobernador de Babolí estaba preocupado. No podían estar incomunicados. Así que les mandó un mail a los tres mejores astrónomos del mundo, Melchor de Noruega, Gaspar el americano, y Baltasar originario de Africa. Contestaron de inmediato para pedir instrucciones de cómo llegar a Baboli, porque ya se habían percatado de la nueva estrella. Los atraedores estaban inservibles pero se podía llegar a Baboli cruzando el desierto de Taklamakán en la región de Xinjiang. Uno de los más grandes y más inhóspitos del mundo. Los astrónomos cogieron el primer vuelo a Xinjiang, aunque aprovecharon para hacer escala en Paris y comprar bonitas capas de diseño. El desierto lo atravesarían en camello, se guiarían con GPS de día y siguiendo la estrella de noche. Feroces vientos y tormentas de arena fueron sus compañeros de viaje. Bordearon la antigua ruta de la seda y después de mucho esfuerzo aún no había amanecido el 6 de enero cuando consiguieron llegar a las puertas del hospital de Baboli. El gobernador no había llegado, así que fueron a visitar a la niña de María y de Jon y le hicieron muchos regalos. Primero a ella y después a todos los demás niños de Baboli. Al día siguiente el gobernador fue a darle las gracias a los reyes porque la estrella ya no estaba. En realidad no volvió a aparecer hasta el próximo 24 de diciembre. Y así fue como llegó la Navidad a Baboli. Con sus adornos, su Papá Noel, y sus Reyes Magos. María y Jon decidieron llamar a su hija, Natividad porque ella como todos los niños trajo el espíritu navideño a todos en su hogar, Baboli. Bueno a todos menos a su abuelito Nicolás que refunfuñaba igual, pero sabía que se tenía que aguantar. Jo, jo, jo.

Fin.

martes, 22 de diciembre de 2009

Monologo - Contrato Indefinido

Por fin tengo un contrato indefinido y no creais que ha sido cosa facil, No. Vamos que ni Misión Imposible. Porque tu terminas la carrera y te quieres comer el mundo, tienes un montón de planes. Y empiezas con toda la ilusión tu trayectoria profesional.

Desde ese momento desfilas por más 1000 empresas. Primero de becaria, ETTs, y luego pasas por todos los contratos temporales del mercado laboral. Y cada vez que te quedas en el paro te apuntas a un curso. Por si acaso es porque no estas preparada. Asi que al cabo de unos años, además de la carrera, tienes 2 master, contabilidad aplicada, como hacer un curriculum, como pasar una entrevista, vendase a si mismo, varios cursos de informática, y además te lías durante 4 años con un british para aprender inglés. Y no con uno cualquiera no, de los cruditos, cruditos. De los de sandalias con calcetines. Para coger buena pronunciación.

Pero nada, no consigues el maldito contrato indefinido. En el intento has estado a punto de volverte ermitaña unas 3 o 4 veces. Tú que has creído en la suerte de toda la vida. Siempre has pensado joder si me hubiera pasado justo lo contrario, que suerte hubiera tenido. Porque es que luego tienes la típica amiga que no sabes como lo hace. Ni siquiera ha terminado la carrera, pero es tan maja que por su cara bonita curra en una empresa de puta madre. Ganando una pasta, con tickets restaurante, le pagan no se cuanto al año para formación, jornada intensiva en verano, sale a las 2 los viernes y los días antes de festivo, 900 euros al año para gafas y no se para que mierdas más.

Pero seamos justos. Tu amiga si que pasó una entrevista, no tuvo nada que ver que fuera recomendada por la mujer de su jefe. Que va. Igualito que tu. Que has hecho 200 millones de entrevistas para conseguir un trabajo de mierda.

Y es que has hecho ya tantas entrevistas que ya no te molestas ni en mentir. Has llegado a la conclusión de que las entrevistas son como las citas. Si empiezas a mentir desde el principio más tarde o más temprano llegan los chascos. Así que tu, sincera. Por ejemplo como si no eres muy puntual, pues vas y llegas un pelín tarde, para que no haya malentendidos. Para que sepan desde el principio con quien están tratando.

Y cuando por fin encuentras un curro que tu consideras más o menos aceptable, quedas con tu amiga. Y como tu amiga es muy amable, y muy educada. Pues claro va y te pregunta; ¿Gordi, que tal en el curro?. Y tu con la cabeza baja, le dices casi en un susurro; bien, bien. Porque por dentro estas pensando. De Puta Madre no te jode. Sobre todo si tu no existieras, con tu maldito curro de las estrellas.

Y es que no te lo explicas. No te lo explicas. Bueno si, empiezas a creer que todo el mundo miente. Porque aunque sólo sea por estadística, no vas a ser tu la única que esta jodida, en el mundo ¿no? O si. Será que estás haciendo algo mal.

Entonces llega la etapa de la desesperación. El primer síntoma es que dejas de ponerte la camiseta azul, que te encanta, pero te da gafe, luego tienes un tanga de la suerte para las entrevistas y empiezas a ver señales por todas partes. Y un día, después de una de esas maravillosas tardes con tu amiga, dices. Yo tengo que hacer algo. Así que contratas un estudio de Feng Shui que te persigue desde hace meses y cuando llega la consultora a tu casa, te suelta. Pero chica como quieres que te salga algo a derechas, si tienes la habitación llena de flechas envenenadas. Y tú te haces cruces, no tienes ni idea de lo que está hablando pero la dejas hacer y cuando sale de tu casa te ha redecorado tu vida y la del vecino que se pasó a por sal. Y oye como cosa de magia a los pocos días te llaman por teléfono para hacer una entrevista. Y resulta que es para el cojotrabajo. Y por fin llega el Contrato Indefinido.

Así que, desde ese momento, y ante la evidencia no puedes más que hacerte ferviente seguidora de todas las energías universales, el poder de los astros, de las piedras, el influjo de la luna y del sol y de la madre que lo parió. Vamos que como te pasen la sal, o se te rompa un espejo te conviertes en Hulk.

Y no es que creas que no puedes conseguir las cosas por ti misma. No. Lo que pasa es que quieres ser respetuosa con el universo. Para que luchar contra los elementos, si tienes todas las de perder. Porque cuando las cosas están de torcerse... y si no que levante la mano al que nunca se le haya presentado Murphi en el día más oportuno. Pues eso. Además esto es mucho más proactivo. Antes si algo me iba mal, me pasaba 3 días llorando por mi mala suerte.

Ahora la tengo pillada por los huevos. Me leido la ley de la atracción, todos los libros de Lillian Too, el de Feng Shui esencial, 168 trucos feng sui para dar energía a tu vida, y unos 100 libros más. Porque no es tan sencillo, para que se hagan una idea, sólo por poner un ejemplo. Hay que seguir 3 tipos de calendarios como mínimo. El calendario lunar, el chino que incluye los días que son favorables y desfavorables y el tradicional para saber en el día en que vives. Porque es que con el universo te la juegas a cada momento. Hay que ser muy cuidadosa.

Por cualquier tontería, te puedes pasar dos semanas, que no se las deseas ni a tu peor enemigo. El otro día iba mismamente, iba despistada, charlando por la calle con una amiga, y va y me dice como si tal cosa. Gordi, fíjate, acabamos de pasar debajo de una escalera. En esto que te paras en seco, lívida, te das media vuelta y te pones de rodillas en medio de la calle mirando a la escalera. ¡Yo no quería! ¡Universo por favor no me lo tengas en cuenta! Y te quedas acojonada, y encima justo ese jueves tenías una cita. Así fue claro, que ni un besito de despedida, ni nada. Todo por la puta escalera. Vamos que te pasas unas semanas en un sin vivir. He llamado 4 veces a mi proveedora de productos mágicos. ¡Rosa! ¡Qué hago!. Pero como que no me preocupe. Como no me voy a preocupar. Que he pasado debajo de una escalera. Y lo que digo yo. Que con Dios todo es mucho más sencillo. Te arrepientes, rezas 3 padres nuestros y 3 ave marias y todo solucionado. Pero el universo no tiene sentimientos.

Pero ya ha pasado todo esta mañana he consultado el oráculo y me ha salido el hexagrama de lo creativo. Que dice perseverar a través de este camino conduce a un completo éxito. Aunque ya saben por si Murphi me he traído mi piedra de la suerte.

martes, 8 de diciembre de 2009

Manantial

Fuentes chispeantes,
enardecen mis deseos,
tu sonrisa siempre acompañan.
Fuentes chispeantes
parlanchinas, delatoras
y al ansiar, evocan.
Fuentes chispeantes
de tu cara, cielo.
Borboteo si me mojan
y me vacían si me ignoran.
Fuentes chispeantes
amistad rebosan
Fuentes de amor
de pasión, de celo
riegan bondad, verdad
y amor y empeño.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Una tarde Soleada.

Un soplo de aire hace cosquillas a los robles
y ronronean sus hojas, se ríen y hacen gorgoritos
y bailan y ríen y vuelven a reír.
Y espirales de mariposas
y el cielo mucho cielo,
mucho espacio y corro y bailo
y doy vueltas y canto
y doy más vueltas
y rió y hago gorgoritos
con las hojas de los robles
y me tiro en la hierba
y ruedo por el suelo
y huelo la tierra, la hierba
y las flores y vuelven las mariposas
haciendo sus espirales
porque ríen porque están contentas
porque me acompañan
cuando bailo cuando rió y cuando corro
y cuando doy vueltas.
Y pasa un muchacho
y su canción me habla,
y me cuenta que soy guapa
y libre y lista y estoy viva.
Que soy alegre, que soy viento,
que soy brisa, que soy vida,
que soy tormenta y que soy cielo
porque tu me haces cielo,
me haces río y me haces agua
y que ruedo por el suelo
y cierro los ojos y sonrío
porque vivo y porque estoy contenta.

Iguales

Estaba terminando un informe para los alemanes que me había traído de cabeza el último mes. Cuando me llamó mi jefe.

- Si. Claro... Ahora. ¿Es muy urgente? Es que estoy terminando el informe para EMEA y me gustaría enviarlo ahora. Ok. Tardo cinco minutos.

Terminé el informe y redacté el mail, antes de adjuntar el archivo, comprobé todo una vez más. Yo creo que está todo bien, hala le doy a la tecla, espero no haberme equivocado en nada. Bloqueé el ordenador y fui hacia el despacho de mi jefe, iba por el pasillo cuando me di cuenta de que no llevaba el cuaderno, así que volví a buscarlo, estaba segura de que iba a colocarme algún marrón.

- Hola. Perdón, no estaba Paula, ¿Puedo pasar?

Para mi sorpresa con mi jefe estaba Ramón Regás, pelo rizado peinado hacía un lado, camisa azul, gemelos de oro, sentado orientado hacía nuestro querido jefe, al que nunca jamás dice que no. Todo está bien, aunque se le nota que más de una vez, el virtuoso de mi jefe, le toca bastante las pelotas. Porque otra cosa no, pero en tocar las pelotas mi jefe es un experto.

- Si, si, no me lo cuentes, Paula hoy está enferma. Adelante, adelante Sara, pasa.
- Hola Sarita. Me saludó Ramón con tonito.
- Hola. No sabía nada de lo de Paula. ¿Qué le pasa?
- Le dolía la cabeza y no se encontraba bien, alguna de esas tonterías vuestras.-“Cuatro días de regla le daba yo a este, será imbecil el tío”.- Siempre os pasa algo.
- Claro, dije con media sonrisa en la cara, seguro que mañana estará bien.
- Si, si, seguro que estará buena, confirmó Ramón mirando al jefe con su mejor sonrisa entre pánfila y viciosa. Los dos ríen.
Y que una se tenga que callar ante estas situaciones. Que en pleno siglo veintiuno tenga que seguir aguantando las mismas gilipolleces de cuatro salidos insatisfechos.
Después de casi diez meses de ardua búsqueda había conseguido un nuevo trabajo. La maldita situación económica del país me afectó directamente. Un buen día leí en los periódicos “el gigante farmacéutico Xanatil ha presentado un ERE a los sindicatos, lo que supondrá la destrucción de más de mil puestos de trabajo”. Un mes más tarde supe que entre ellos estaba el mío. Soy una Técnico de Recursos Humanos, y enamorada de mi profesión que además comparto con mi marido. Gracias al universo él mantuvo su puesto, para bien de nuestra economía y de la letra de la hipoteca. En mi antigua empresa había un equipo de cuatro personas además de mi. Ramón Regás, alías maxitragaderas, Sofía Vertel, alías “Me acuesto con el jefe y esto no forma parte de mis funciones”, María, la becaría e íntima de Sofía, y Fernando y yo, los únicos normales del departamento, quiero decir, los que siempre estábamos hasta arriba de mierda y como protestábamos poco y salía el trabajo, nos seguía cayendo mierda de manera potencial. Curiosamente las subidas, no eran proporcionales, porque según mi jefe, algo debíamos hacer mal para que tuviéramos que hacer tantas horas. Sobre todo tu Sara, porque Fernando todavía, pero tú, encima, no hay mes que no haya incidencias en la nómina. Luego querrás cobrar el bono.

- Sara, siéntate, no te quedes de pie, hombre.

No me gustaba mucho las ideas que se le podían haber ocurrido a mi jefe y al soplagaitas de Ramón, me senté sujetando el cuaderno contra el pecho, esperando el marrón de los marrones. Si al menos estuviera Fernando, me echaría un cable.

- Nos han encargado elaborar un programa de formación, y habíamos pensado en que lo lideraras tú.

Llevaba 5 años en la empresa y mi jefe al fin me nombraba líder para un proyecto. Era lo último que podía esperarme, sobre todo porque sólo le daba proyectos a Ramón o a Sofía. Y paradojas del ser humano, me sentía agradecida. Pensaba que mi jefe empezaba a valorarme un poco.

- Nos tomamos un café mientras vemos todos los puntos a tratar.
- Si, yo me tomaba un cafetito con leche.
- Yo también, Sara, cariño, te importa.
- Si, claro, ¿los dos con leche?.
- Si, y tu ponte lo que quieras. Mientras vamos preparando las transparencias.
“¿Ponte tu lo que quieras? ¿Sara, cariño? ¿De que cariño está hablando el capullo este? O es que acaso a Ramoncito le llama cariño. Y porque narices no puede poner Ramón los malditos cafés. Es que ni un por favor. Venga Sara tranquilízate. Es circunstancial, Paula no ha venido y no pasa nada por poner un café. Ya no pasa nada, pero tampoco pasa nada porque los ponga Ramón.”

- Traigo el café. Dejarme un hueco.- Pedí con desgana.
- Gracias Sarita. ¿Este es el mio?
- Si, todos son iguales, con leche.
- Gracias, Sarita.- Mirando con ojitos y su maldita risita.
- ¿Ponemos las transparencias?.- Dijo dando un sorbo a su café.
- Ahora mismo Don Luis.

Estuvimos dos horas en el despacho viendo todo lo que se esperaba del proyecto y aunque yo lo iba a liderar, por supuestos el querido Ramón había preparado un esquema, que nuestro jefe alabó largamente y que acotaba bastante mi libertad para darle mi propio enfoque. De todas formas tenía muchas ganas por las expectativas de hacer algo diferente y poner en práctica los miles de cursos que había hecho los últimos años para mejorar en mi profesión.

- ¿Han fijado una fecha de fin?
- Si. Tiene que estar presentado y comunicado en la intranet para finales de año.
- Ya se que estamos en julio, pero yo tengo mucho volumen de trabajo siempre. No me entienda mal estoy encantada con embarcarme en ello pero, ¿alguien va a asumir parte de mis funciones actuales para que pueda dedicarle tiempo?
- En principio no estaba previsto. Sabemos que vas a tener que hacer un esfuerzo extra, pero confiamos en ti, este es un proyecto muy ambicioso, y tú eres la persona más idónea para llevarlo a cabo. Y además no es operativo traspasar tu trabajo a otra persona a mitad de año.
- Yo no sé si puedo comprometerme a terminarlo para la fecha prevista Don Luis.
- Puedes contar con Ramón para lo que necesites. ¿Verdad Ramón?
- Por supuesto Don Luis, por supuesto.
- Llevo diciendo seis meses que necesito ayuda no sé si voy a sacar el trabajo.
- Estoy seguro de que si vas a poder. Además, no quería decírtelo, pero el resultado puede significar un gran cambio en tu trayectoria. Contamos contigo Sara.

Me marché del despacho, segura de Ramón no me iba echar más que una mano al cuello, pero en el fondo estaba ilusionada. La consecuencia de amar tu profesión. ¡Un cambio en mi carrera! Es lo que estaba esperando desde que salí de la universidad. Volvía a casa, parada en el atasco como cada día pero con una sonrisa de oreja a oreja. Sentía que iba a poder demostrar mi valía. Hacía planes de como iba a enfocar el programa de formación salvando el esquema que había trazado Ramón. Orgullosa internamente por lo bien que lo iba a hacer. Cuando llegué a casa empecé a buscar mis antiguos apuntes del Master, y otros documentos que tenía de proyectos en los que había participado en otras empresas. Estaba tirada en el suelo con un montón de carpetas y papeles, pasando las páginas rápidamente, buscando algo relacionado con formación. Cuando llegó David. Me levanté y fui corriendo hacia la puerta para darle la noticia. Casualidades de la vida a David le habían propuesto exactamente el mismo proyecto, aunque el tenía que empezar desde cero, porque en su empresa no tenían hechas las descripciones de puestos de trabajo. Desde entonces pasábamos muchas horas en casa juntos trabajando, en realidad era una ventaja compartir la profesión, aunque unos días fueron buenos y otros David dormía en el sofá. La fecha se acercaba y según mis cálculos, ni aunque duplicaran las horas me daría tiempo a cumplir con el plazo previsto. Necesitaría pedir unos días de vacaciones para dedicarle el 100% del tiempo.

Estaba concentrada en responder los mail más urgentes, apagando fuegos como siempre. Unas voces llegaban desde el pasillo. Era Sofía protestando. Venía con Ramón. El jefe estaba de viaje por eso acudía a él.

- Mira Ramón yo soy una técnico senior y no hago tareas administrativas.
- Sofía, chatina, pero que es lo que te han pedido.
- Una relacción de todos los procesos de selección del año. Vamos que no me voy yo a ponerme a hacer listas ahora.
- Pero Sofía, tu llevas la selección. Seguro que ya tienes una lista con los procesos.
- Te digo que no Ramón.- Sofía cada vez estaba más enfadada y yo empezaba a temerme lo peor.-No entra dentro de mis funciones Ramón ya te lo digo. Porque Don Luis no está aquí pero si no te lo diría él mismo.-Ya lo había hecho. Había pronunciado las palabras mágicas.
- Por supuesto que no Sofía, ya lo sé. Pero que hacemos.
- No tengo ni idea. Si quieres llamamos a Don Luis.-A estas alturas a Ramón se le estaban cayendo los pantalones. Y Ramón que no da para mucho, pues asocia, administrativa-mujer.
- No, no Sofía. No vamos a molestar a Don Luis ahora.
- Eso es lo que pensaba yo, que no íbamos a llamarle para esta tontería.
- Sarita, puedes venir un momentito, guapa.
- ¿Qué? Ya os he oído. Ramón yo no doy más de si. Sabes que estoy a tope.
- Sarita, tiene que estar entregado mañana. Mujer sólo va a ser un día.
- Pero Ramón, estoy muy justa con el proyecto. La semana pasada me dijiste que te ibas a sentar conmigo y todavía no has podido. No me va a dar tiempo.
- La que estoy hasta arriba soy yo. Que parece que eres la única que trabaja guapa. Yo si que no puedo ponerme con eso ahora.
- Sarita, de verdad chatina, yo no sé. Mañana te prometo que me siento contigo. Ahora haz el listado. Sofía te manda un mail con lo que nos piden. Por favor ponte con ello.
- ¿Puedo ayudar en algo?.-Fernando como siempre al rescate.
- No te preocupes Fernando, ya se pone Sarita con ello.
- Hombre Fernando, si pudieras echarme una mano te lo agradecería muchísimo.
- Bueno, arreglaros entre vosotros. Pero tiene que estar entregado esta tarde. Sofía te bajas a tomar un café.
- Voy, espera que termino de mandar el mail.

Sabía que no podía esperar ninguna ayuda por su parte pero esto ya era demasiado. Estaba a punto de explotar en un ataque de ira. No me lo podía creer. Me fui al baño porque sabía que iban a saltárseme las lágrimas de un momento a otro. Estuve intentando dejar de llorar un rato, pero cada vez me ponía peor. Tenía la cara encendida, de irritación y de rabia, no podía salir así. Fernando llamó a la puerta.

- Sara, ¿estas ahí? ¿estas bien?
- Si, si, no te preocupes.
- Lo siento Sara, no quería venir para que pudieras estar sola. Pero Ramón ha subido y te está buscando.
- Vale ahora salgo. Gracias Fer, tú no te preocupes, eres un amor.
- Si quieres le digo que no te encuentras bien.
- No, ahora salgo de verdad. Pero si pudieras traerme el bolso te lo agradecería.

Que querría ahora, seguro que encima me caerá una bronca. Yo no puedo más, no sé si me merece la pena seguir aquí. Tengo que buscarme otra cosa pero ya. Fernando volvió con mi bolso y me puse un poco de maquillaje para disimular la llorera. Ramón se atrevió a decirme que estaba muy preocupado por mi y que creía que no me gestionaba bien el tiempo. “Si quieres planificamos un curso, los hay buenísimos, verás como te organizas mejor”. Fue la gota que colmó el vaso. Me puse muy nerviosa y le dije todo lo que me había estado guardando durante tantos años. Al final me dijo que estaba histérica y que lo mejor sería que me tomara dos días de vacaciones. Como estaba agotada moral y físicamente y además necesitaba tiempo para terminar accedí a tomármelas. Aunque ahora pienso que fue como reconocer que estaba mal de los nervios o algo así.
Y al fin llegó el día de la presentación y los dos tuvimos un absoluto éxito. David desde entonces estaba muy bien considerado en la oficina y se había convertido en la mano derecha de su jefe. Yo sin embargo seguía con mis funciones ahora aún más rutinarias. El programa se implantó y ha contribuyó para crear muy buenos futuros directivos en mi empresa, pero por supuesto no supuso ningún cambio en mi trayectoria y mucho menos grande. Es más crearon un puesto de Responsable de Formación que le dieron a Sofía. Y fueron pasando los días hasta que llegó la infinitamente nombrada CRISIS. Rumores de pasillo, y comentarios de todo tipo invadieron la oficina. Yo intentaba mantenerme al margen.
Un viernes a las dos de la tarde y finales de mes, estaba metiendo incidencias para la nómina cuando sonó el teléfono. Levanté la vista y me crucé la mirada con Sofía que para mi sorpresa me lanzó una sonrisa amable

- Estoy con la nómina podemos verlo el lunes. Vale, pues voy ahora mismo.
- ¡Que querrá ahora!, -fui hacia su despacho y ¡como no! Ramón le acompañaba. Estaban particularmente serios.
- Hola.
- Pasa, Sara, siéntate. ¿Quieres tomar algo? ¿Un café, un vaso de agua?
- Si, voy por agua.
- No, no te preocupes siéntate. Ramón por favor.

Al oír esto supe con certeza cual era el motivo de la reunión. Y efectivamente, Ramón me trajo el agua por primera y última vez y yo salí del despacho con la carta de liquidación. Fui a mi mesa a recoger mis cosas. Sonó el móvil, era David. Iba a contarle lo sucedido, pero no me dio tiempo a hablar.

- Gordi, a que no sabes lo que ha pasado. ¡Me han ascendido! No podía esperar a llegar a casa...

No pude evitar sentir una sombra en mi corazón. No sólo por mi mal, también me hacía sufrir su bien, aunque su bien fuera también el mío. Estaba segura de que tenía muy difícil avanzar en mi carrera, por el simple hecho de ser mujer. Sabía que tenía que demostrar diez veces más mi valía. Terminé de recoger y me marché a casa. Ya no había nadie en la oficina así que no pude despedirme.

Estaba inmersa en mi mundo, Que iba a hacer ahora. Y como iba a decírselo a David, con lo contento que estaba. Mejor se lo digo mañana. Luego pensé en todo lo que había trabajado en el último año, y se me saltaban las lagrimas pensando en lo injusta que me parecía la situación. Como iba a afrontar vivir con el éxito de David conviviendo con mi fracaso. Ese día el atasco duró más de lo normal, pero el trayecto me pareció muy corto. Finalmente llegué a casa. Entre y dejé el abrigo en el armario del recibidor. David se asomo al final del pasillo con su gran sonrisa, tenía la cara iluminada de alegría. Y venía hacía mi. Hacía su mujer. Hacía una mujer fracasada.